Sobre el efecto placebo
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Se denomina placebo a todo aquello que puede parecer un tratamiento médico real pero que no lo es. Tanto si el tratamiento es una píldora, una inyección o cualquier otro tipo de placebo, el denominador común de estos placebos es que no tienen ningún ingrediente activo que pueda afectar a la salud. Su uso es más común durante las fases de investigación, en las que pueden ayudarnos a entender cómo afecta nuevo medicamento o tratamiento a una determinada enfermedad.
El efecto placebo tiene una rica historia. Tiene un papel destacado en la historia de la investigación farmacológica, cuando los médicos ofrecían ciertamente medicamentos y pócimas inútiles a sus pacientes. La primera demostración científica del efecto placebo se produjo ya en 1799, cuando un médico británico, John Haygrath, empezó a evaluar uno de los medicamentos que se vendían entonces, las costosas barras de metal llamadas tractores Perkins, que supuestamente eliminaban las enfermedades del cuerpo. Lo hizo comparando las barras metálicas falsas de madera con los verdaderos tractores Perkins de metal, que eran iguales a los originales disponibles, y descubrió que cuatro de cada cinco pacientes con reumatismo habían mejorado el dolor. A continuación, publicó sus hallazgos en On the Imagination as a Cause and as a Cure of Disorders of the Body. Haygrath no utilizó el término placebo en ese momento, ya que la palabra tenía una connotación diferente en aquella época. El término se utilizó más tarde, en un artículo de 1921 en The Lancet. Entró en la corriente clínica unas décadas más tarde, después de que el anestesista estadounidense Henry K. Beecher viera que a algunos de los heridos de los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial les había ido bien sin morfina. Desde entonces se ha comprobado que los efectos del placebo son más fuertes en condiciones en las que la sensación es clave, como el dolor, la ansiedad o la depresión. A instancias de Beecher, los placebos también se han utilizado de nuevas formas en la era científica moderna, convirtiéndose en un pilar de los ensayos clínicos a doble ciego para arrojar luz sobre sus efectos. La idea es que sólo un subgrupo de participantes en un ensayo recibe las sustancias de prueba, mientras que los demás reciben una sustancia falsa; nadie sabe quién recibió qué hasta que se obtienen los resultados y se resuelven los ensayos. Sólo se puede decir que un fármaco tiene éxito si es significativamente superior al placebo desde el punto de vista estadístico. El hecho de que los placebos puedan afectar a los pacientes, tanto desde el punto de vista perceptivo como sintomático, lo que complica la cuestión, significa que el fármaco que se pruebe no sólo debe ser mejor que nada, sino que debe demostrar que el poder de la mente supera al del cuerpo.
Pero una pregunta más importante es ¿cómo funciona el efecto placebo? La respuesta es que simplemente no lo sabemos. Pero puede haber explicaciones, como que las enfermedades autolimitadas, como el resfriado común, se resuelvan por sí solas, con o sin placebo o medicamentos reales, o que el cese de los síntomas sea sólo una coincidencia. También podemos mencionar la remisión, ya que los síntomas de ciertos trastornos como la esclerosis múltiple pueden aparecer y desaparecer. Es decir, la remisión durante el tratamiento con placebo también puede ser una coincidencia y es poco probable que se deba al placebo. Otro factor crucial puede ser el cambio de comportamiento, ya que el placebo aumenta la motivación para cuidarse mejor, y una mejor dieta, ejercicio regular o más descanso pueden ayudar a aliviar los síntomas. La ansiedad puede reducirse, y la esperanza de sentirse mejor después de tomar un placebo puede ser tranquilizadora, o los niveles de sustancias químicas del estrés, como la adrenalina, producidos por el cuerpo pueden reducirse. Por supuesto, un placebo también puede tener el efecto de que, tras tomarlo, el cuerpo desencadene sus propios analgésicos naturales, como las endorfinas. También me gustaría señalar que las investigaciones demuestran que el cerebro reacciona ante una escena imaginada de forma muy parecida a como lo haría ante una escena real, por lo que un placebo puede ayudar al cerebro a recordar el momento anterior a los síntomas y desencadenar entonces un cambio en el cuerpo, conocido como "bienestar recordado".
Hay algunas cosas que también pueden ayudar a que un placebo funcione, como las características de este, ya que, si la pastilla parece real, es más probable que la persona que la toma crea que tiene un fármaco activo. Las investigaciones sugieren que los comprimidos más grandes sugieren una dosis más fuerte que los más pequeños, por lo que puede parecer que tomar dos comprimidos es más fuerte que tomar uno. Del mismo modo, el placebo inyectable tiene un efecto mayor que su homólogo en tabletas. El otro argumento persuasivo que puede ayudar a que los placebos funcionen es la actitud de la persona, ya que si ésta tiene la mentalidad de que el tratamiento será efectivo, entonces hay más posibilidades de que surta efecto. Pero el efecto puede funcionar incluso si son escépticos al respecto, aquí es donde entra el poder de la sugestión. Por otra parte, la relación médico-paciente también es un factor importante, lo que significa que, si la persona confía en su profesional de la salud, existe una gran probabilidad de que el efecto placebo sea efectivo.
Sin embargo, también hay argumentos en contra del placebo, así como efectos secundarios no deseados, como náuseas, somnolencia, reacciones alérgicas como erupciones cutáneas, también conocido como efecto placebo negativo, también conocido como efecto nocebo. El otro contraargumento importante es que engañar a la gente no es algo agradable, está mal, aunque se haga con la intención de ayudar.
En pocas palabras, mencionaría el fenómeno conocido como efecto nocebo, que es una consecuencia negativa que se produce porque el paciente espera experimentarla. El efecto nocebo puede ocurrir cuando una persona está tomando uno real, y también puede ocurrir cuando se le da un placebo. Estas experiencias negativas pueden producirse cuando se informa al paciente de los efectos adversos que puede experimentar.
En resumen, los placebos se han utilizado durante mucho tiempo en los ensayos clínicos, formando una parte importante de la investigación de nuevos tratamientos. Pueden utilizarse para probar la eficacia de un fármaco. Normalmente, un grupo toma el fármaco mientras que otro grupo, que es el de control, toma el placebo. Hay casos en los que ninguno de los participantes sabe si la píldora es activa o inactiva.
Para más información, consulte estos enlaces:
https://www.betterhealth.vic.gov.au/health/conditionsandtreatments/placebo-effect
https://knowablemagazine.org/article/mind/2017/imagination-effect-history-placebo-power
Información recopilada por: Dezső Sándor.